lunes, 13 de octubre de 2008

Historia de mierda: Tomo 1

Era verdad, teníamos cinco minutos para terminar y ella todavía estaba sentada esperando que yo hiciese algo. Era nefasto, mi vida estaba a minutos de cambiar y no hallaba que hacer, llame a mi padre pero solo me dijo lo de siempre. –Dile que inhale y exhale ¡haz algo carajo!, lo que faltaba, más indicaciones.

Tomé mi mochila, abrí el bolsillo superior y no encontré más que el estúpido libro que me regalo mi padre, era algo como hereditario según él aunque no hubiese nada de hereditario, en pocas palabras, él se los compro a una gitana y ella lo robo, luego fue a mi casa y me dijo. –Hijo, esto perteneció al abuelo de mi tatarabuelo y ahora es tuyo, consérvalo. En fin, siempre los padres quieren todo perfecto.

No halle el numero telefónico de la ambulancia así que estaba todo mal, ella gritaba, yo gritaba, el gato gritaba, ¡El gato gritaba! En realidad, los gatos no gritan pero lo escuche gritar, estoy seguro. Después de escuchar gritar a medio mundo, se me ocurrió la brillante idea de ir al hospital en bicicleta, buscar una ambulancia y volver, en total, quedaba a no más de quince minutos. ¿Quince minutos? ¡Quince minutos! En fin, era para rendirme, ella volvió a gritar y yo en mis manos tenía el libro y una cámara filmadora. Esto sería único, quizás hasta ganase un oscar.

Tome la decisión de volver a llamar a mis padres, a todo esto, ella seguía gritando, rasgando, peleando, mordiendo, vomitando. No, en realidad lo último fue exagerado. Marque rápidamente mientras dejaba a un lado mi libro y mi cámara filmadora. De momento que no contestaban los vecinos miraban por afuera como pasaba todo este alboroto, quizás ustedes se preguntarán si alguno ayudó, pues, ninguno. Pero bueno, todo pararía cuando escuché la voz de mi padre, porque mi cerebro capto la frase que buscaba desde hace mucho y por supuesto relajo por completo la situación. –Hijo, vamos con un medico, dile que aguante dos minutos, adiós. Desde allí, todo fue en cámara lenta. La película reprodució por completo los flashback, pero, de que el momento se volvió más lento, relajante, esperanzador, lo fue. En más, era como cuando uno esta en el punto de partida y escucha esa música que te pone en la meta en dos segundo. Claro, era hermoso, hasta que terminó. -Un minuto cincuenta y cinco, un minuto cincuenta y seis, un minuto cincuenta y siete, un minuto cincuenta y ocho, un minuto cincuenta y nueve… ¡Dios mío!. Quizás no sea católico pero se había acabado la droga y todo volvería a la normalidad y es allí cuando uno comprende que tus padre no van a llegar en dos minutos, si no en seis, quince o quizás treinta.

Llame a todos los conocidos que tenía en mi agenda pero no pasó nada. Todos ocupados o mejor dicho, ¡Nadie contestaba! Ella seguía gritando así que decidí ir a la cocina, tomar el cuchillo y esperar al lado de ella. No se que nos dio pero repasamos todo y cuando digo todo es porque no es todo, hablamos mucho, pero simplemente no era todo. No nos dimos cuenta cuando ya habían pasado más de treinta minutos, ella estaba en otro mundo y creo que yo también, es lindo recordar las innumerables historias que siempre terminan en tragedia o comedia, porque siempre sacan esa chispa que alegra al otro, los mágicos recuerdos que uno siempre quiere tener al margen y que te hacen pensar que es verdad cuando los comerciales te dicen que somos nostálgico, pero no de esa manera tan consumista.

Sentí golpear la puerta, me paré lentamente y sentí el aire de tranquilidad en el cuarto, era todo tan normal, menos el gato que seguía maullando. Abrí la puerta, entraron y el doctor con una maquinita revisó a mi novia, controló el pulso y dijo mirándome a los ojos. -Hey, está todo bien, a la próxima tengan cuidado porque uno nunca sabe lo que pueda pasar, por cierto ¿quién va a pagar la cuenta? Todos reímos, pero nadie pago.