jueves, 4 de marzo de 2010

Mujer de un día rutinario

No pude terminar el acto, había fracasado, todos los intentos por hacer el trabajo quedaron ahogados ante la mirada perturbadora de una mujer, en solo intentar mantener su rostro me terminé suicidando por no terminar el crucigrama de mi vida, si solo supiese su nombre, una identidad, algo. Si tuviese señal ¡la maldita señal! sería entendible haber perdido más de cinco página escribiendo en vano, pero ahora veo que sólo me rindo ante esa falsa musa que jamás existirá, a la perdición, a la falsa esperanza de salir a flote y verla ella dentro de mi navío, de mi canto, de mi mundo, de mi ser. Tenme piedad vida mía que de mi salen palabras como el viento se lleva las hojas en otoño y uno las ve pasar revueltas entre el camino, es de mi un hombre maravillado, asombrado pero frustrado porque la rutina lo aleja de toda fantasía relacionada con una mujer, es allí cuando termina mi historia, la historia de un personaje secundario.