lunes, 13 de diciembre de 2010

Clasificación.

Es normal ver a una parte de la juventud sin una etnia social marcada en búsqueda de una diferenciación, deseando ser únicos. A pesar de su incansable búsqueda estos ingenuos amigos de la ambigüedad pertenecen a algo. Es raro, porque cuando quieren ser nada es para no ser algo o son algo para no ser de lo otro convirtiendo todo en un circulo vicioso que nunca para. Al final, terminamos todos siendo definido por algo y sin querer queriendo. La definición nos une, pero no a todos, es clasista, yo soy un bicho raro y sigo estando sólo y ojo, cuando hablo de solo no precisamente significa que no tengo amigos, sino que no tengo definición. ¡Hasta que me definieron! Lo más chistoso es que nunca supe lo que significaba ser yo.

domingo, 10 de octubre de 2010

La Telemanía

Un joven en modo de protesta posó sus ojos durante horas absorbiendo contenido no educativo, esto era una preocupación para los grandes sabios que consideraban una aberración para la sociedad al no cultivar una enseñanza plena y moral, tal caso llevó a discusiones en el consejo de los sabios de tal modo que provocaría citar a los ángeles para cortarle la cabeza y suplantarla por un televisor, de este modo aprendería lo erróneo que es caer en los excesos no educativos. Pero cuando los ángeles llegaron al cuarto del joven ¡Ya no estaba! todo indicaba que ya no era parte del rebelde grupo de consumidores, sino que ahora era el proveedor.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Clemencia ante la corte ¡Nuevos escritos!

Atención

¡Véanme! Sigo siendo un vago comiendo pan y ahí están todos, dejándome moribundo, débil. Nunca supe por dónde va la vida, he intentado seguir un camino con mi bote a medio inflar pero siempre término ahogado, intentando recordar como nadar. Ya olvidé hablar, todo es una crítica, que me revienta una y otra vez, las soporto porque sé que nada entienden, no entienden lo que quiero expresar, quizás porque no expreso, no puedo y si lo hago, lo hago mal.

Osadía de monos

Eran las doce, estaba todo oscuro, cada uno tomó su traje y corrió lo más lejos que pudo hasta llegar al punto de encuentro, créanme, era negro. Las balas corrían y yo sentía un caudal brotando por mi cuello. La gran mayoría tomó piedras pero yo con mi aficionada preparación tomé lo que tenía a mi alcance, mi maravilloso rifle. Los siguientes instantes serían como si la vida no me diese la razón, mis compañeros lograron apuntar al blanco con sus primitivos instrumentos venciendo a la gran parte, pero yo todavía estaba sin puntuación, era como si fuese un espectador, un corresponsal de prensa, no podía entender como las posibilidades que existen entre una piedra y un rifle daban a favor de las piedras, era inhumano. Sentía gritos pero no eran míos, volvía a disparar pero los disparos bloqueaban mi audición, la desesperación comenzó a ser mi fiel novia y por un largo rato me sentí vacio, comencé a escuchar carcajadas que se multiplicaban una tras otras, burlándose de mi anunciado fracaso, comencé a caer en pasajes de la infancia, en mi rutinarios fracasos, en mi lucha trillada y vaga de todos los tiempos, me cuestioné todo pero a pesar de ello no me rendiría, salí de mi línea y comencé a buscar. Disparos atravesaron mi cuerpo pero mi arrogancia impidió que me tumbara en plena guerra, no quería una muerte en vano así que corrí por el largo vacio que tenía al frente, sólo, hasta que los encontré, eran ellos, disfrazados de monos, no entendí cómo pero mi rifle se convirtió en pez, el televisor cambió de color y todo terminó en un baile, un baile árabe interpretado por monos.

(?)

Es ahí diciendo que no conozco, no me conozco, no te conozco, no conozco a los políticos, a mi familia, a mis amigos, a Dios, a mis conocimientos. No conozco, no puedo pretender conocer, simplemente no puedo.

jueves, 4 de marzo de 2010

Mujer de un día rutinario

No pude terminar el acto, había fracasado, todos los intentos por hacer el trabajo quedaron ahogados ante la mirada perturbadora de una mujer, en solo intentar mantener su rostro me terminé suicidando por no terminar el crucigrama de mi vida, si solo supiese su nombre, una identidad, algo. Si tuviese señal ¡la maldita señal! sería entendible haber perdido más de cinco página escribiendo en vano, pero ahora veo que sólo me rindo ante esa falsa musa que jamás existirá, a la perdición, a la falsa esperanza de salir a flote y verla ella dentro de mi navío, de mi canto, de mi mundo, de mi ser. Tenme piedad vida mía que de mi salen palabras como el viento se lleva las hojas en otoño y uno las ve pasar revueltas entre el camino, es de mi un hombre maravillado, asombrado pero frustrado porque la rutina lo aleja de toda fantasía relacionada con una mujer, es allí cuando termina mi historia, la historia de un personaje secundario.