martes, 8 de agosto de 2023

Las sombras de la fuerza aérea.


Antofagasta.

Somos una generación distinta, somos la de la voz quebrada. Lamento sentirme avergonzado, pero no puedo parar de mi vida el tren que me llevó a la base militar de la fuerza aérea. Moreno, con problemas de crecimiento, los niños de oficiales brillaban limpios del sol mientras yo pisaba el barro. Golpee a varios, tuve que hacerlo. Mi hermano era rubio y encajaba, yo no. Pasé años pateando piedras sólo, imaginando atrapar la única rana del desierto, carareando melodias para despistar las bombas y los despegues de los aviones de estremecedores estampidos. Aun así, siendo un niño solitario que solo oía sus propios pensamiento, me perdí en la noche y me atrapó la oscuridad, vi las pesadillas que escondían los diarios, el abrazo de la sombra se fijó en mí, la que jamás pensé que me tocaría porque se me era difícil encontrar, yo sólo era barro y sobraban los que brillaban en la oscuridad. No quise hablar por meses, me dejó mudo. 

Pido perdón por hoy querer matarlos. Pero lo que soy, ellos no tenían el derecho de formarlo. Quien paga el vacio de sentirme ahogado, quién paga el vacio de sentirme frágil... Mi pequeño hermano, eras un bebé, ¡Perdóname, yo no quería! ¡Por favor, llama a la mamá! ¡Me ahogo, llama a la mamá! ¡No puedo respirar! ¡Ayúdame! ¡Por favor, llama a la mamá!...

-¡Qué le diste que lo dejaste así! ¡¿Cómo se te ocurre?!

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